SCHERZ, OLIVER
Los otros animales lo oyeron: las ardillas volaron de rama en rama, los monos chillaron y huyeron, pero el oso Perezoso siguió durmiendo. No escuchó el motor de la sierra con que un hombre taló su hogar ni el rugido del barco que transportó cientos de árboles hasta aquel sitio lejano. Ahora se encuentra despierto, con su árbol transformado y en la casa de un niño extraño.