VÁZQUEZ MELÉNDEZ, MIGUEL ANGEL
Tenemos que reformar la sociedad. Esta frase nos resulta familiar porque, desde hace dos siglos, estamos convencidos de que algo anda mal y de que por eso hay guerras, violencia, agravios y rencores permanentes. ¿Acaso antes todo era paz y armonía? Sabemos que no, que el desorden y la maldad han existido siempre, pero un cambio se produjo en la actitud de los individuos del mundo occidental cuando dejaron de creer en los designios de una providencia que decidía el comportamiento de los seres humanos.
En Ebrios y laboriosos: dos aproximaciones a la sociedad capitalina hacia el final del siglo XVIII, los documentos de autores de la época muestran la forma en la que los ciudadanos comunes esperaban poner remedio a los males que cada día aumentaban en peligrosidad y frecuencia. Se iniciaba un camino, el desorden, que nadie imaginaba hasta dónde podía llegar.