No todas las abuelitas resultan tan simpáticas y cariñosas como la de María. Hay algunas que gruñen como ogros, otras que no dicen ni "pío". La de María, además de ser alegre, tiene ruedas sin ser bicicleta ni patín.
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Más información