TOCA RAMIREZ, JACINTO
Hoy más que nunca se hace necesario que las universidades cobijen a los jóvenes que llegan a sus aulas, que los acompañen en ese complejo proceso de búsqueda de sí mismos. Se requiere también que estas instituciones de educación superior les apoyen y orienten en la difícil tarea de entender el mundo en el que les tocó vivir y a comprender su circunstancia vital, para que a partir de tal comprensión sean capaces de encontrar un sentido que inspire en ellos una razón que les permita conocer el propósito de su estadía en él, y les lleve a pensar que para existir siempre hay y habrá una razón profunda y que, aun a pesar de cualquier cosa, la vida es y será siempre una fuente de cuyas aguas bien vale la pena beber, incluso ahora que el planeta es como es. Para construir un mundo diferente para ellos, impulsados todos por las Universidades y bajo su liderazgo, debemos intentar nuevas formas de pensar el orbe y sus instituciones, y de pensarnos a nosotros mismos como personas y como sociedad, sin ignorar el pasado ni evadir pensar el futuro; pero hoy mediante una nueva lógica, incluyendo esta vez al ser humano en el acto mismo de conocer. No hay duda: las Universidades son la esperanza de las sociedades, dado que hoy todo parece apuntar hacia la necesidad urgente de avanzar hacia un nuevo renacimineto de la humanidad, a partir precisamente de la unidad en la diversidad y de la diversidad por unidad, en todos los ámbitos de la vida natural y social. ¿Es posible imaginar destino más noble que este para las universidades del futuro? No obstante, una tarea de esta magnitud solo podrá realizase desde una mirada profunda de nuestras instituciones de educación superior.