PARDO, EDMÉE
Al principio, fue por pena que deje de hablarle a Susana, pero mis compañeros asumieron que le estaba haciendo la ley del hielo e hicieron lo mismo con ella. Me convertí en especialista para inventar historias y decidir a quién se le podía hablar y a quién no. Eso me hizo sentir bonita y popular; pero no duro.